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"La desigualdad al interior de los entornos urbanos es reproducta de desigualdades"

city and greenery

Argentina, December 15, 2020

Entrevista publicada originalmente en Página 12

“A condiciones desiguales de vida, la esperanza de vida es diferente”. Esta afirmación tal vez parezca obvia desde el sentido común, pero en este caso es la cita de una conclusión científica del Proyecto de Salud Urbana en América Latina (SALURBAL). Los docentes e investigadores Marcio Alazraqui y Andrés Trotta explican que “en la Ciudad de Buenos Aires y los partidos bonaerenses, los varones tienen una esperanza de vida promedio de 72 años y las mujeres de 80, con gran variabilidad entre las comunas y partidos”. En la zona sur hay peores condiciones y menor esperanza de vida que en la zona norte. Del mismo modo, la educación formal afecta la expectativa vital.

Alazraqui, investigador-docente de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y director de la Especialización en Epidemiología, precisa al Suplemento Universidad que el proyecto SALURBAL es una línea de investigación, entre otras desarrolladas en el Instituto de Salud Colectiva (ISCo), que se enfoca en grandes ciudades de América Latina. Se desarrolla en una red internacional compuesta por instituciones de once países de América Latina y es coordinado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Drexel (EE.UU.). Las investigaciones incluyen más de 300 ciudades con población mayor a 100.000 habitantes y están financiadas por el Wellcome Trust, luego de un extenso proceso competitivo internacional en la convocatoria “Our Planet, our Health”.

Andrés Trotta, también investigador-docente de UNLa y director del Doctorado en Salud Colectiva explica que la intención de ISCo es “aumentar la capacidad de producción de conocimiento a través de equipos de investigación con dedicación full time”. Algunos logros institucionales son haber sido reconocidos como Unidad Asociada de CONICET y también como Centro Asociado de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Provincia de Buenos Aires. Ambos reconocimientos son producto de las actividades de docentes investigadores, de casi 25 años en la capacitación de estudiantes de posgrado, de seminarios abiertos y del desarrollo y publicación de las investigaciones que se realizan, trabajos en cooperación nacional e internacional. También está la edición de la revista “Salud Colectiva”, que es una publicación de referencia internacional y de acceso abierto. A esto se suman el Centro de Documentación Pensar en Salud y la videoteca sobre salud colectiva.

“Esto se complementa con el acceso libre al conocimiento producido en nuestra universidad pública y con la comunicación de los resultados de forma comprensible para diferentes actores sociales sobre los problemas de salud de nuestras poblaciones”, añade Trotta.

- ¿Cuáles son las conclusiones o resultados más relevantes que han logrado con su trabajo en el Instituto de Salud Colectiva de la UNLa?

- Andrés Trotta (A. T.): El proyecto se encuentra en desarrollo y tiene por objetivo general estudiar el impacto del ambiente urbano tanto físico como social en la salud y en la reproducción de las desigualdades en salud.

Nos interesa entender cómo difieren las ciudades y los barrios en términos de salud, y en qué medida contribuyen distintos factores a estas diferencias.

Algunos resultados se encuentran ya publicados, como las diferencias en la esperanza de vida o la magnitud de la mortalidad infantil en ciudades de América Latina, y constituyen trabajos pioneros por la enorme cantidad de ciudades latinoamericanas que incluyen.

Además, permiten destacar algunas tendencias como, por ejemplo, que la salud en las ciudades es un evento complejo, lo que nos desafía a promover intervenciones en múltiples planos. A su vez, la desigualdad al interior de los entornos urbanos es reproductora de desigualdades. Pueden existir muchas políticas focalizadas u orientadas a determinadas dimensiones de las poblaciones en las ciudades, pero que raramente son evaluadas.

- Teniendo en cuenta, según sus conclusiones, que las personas de menos recursos tienen, al nacer, menor expectativa de vida, ¿hay una forma de aumentar esa expectativa, a pesar de las diferencias socio-económicas?

- Marcio Alazraqui (M.A.): En general, la expectativa de vida tiende a aumentar en todo el mundo, si observamos periodos de muchos años. Ese aumento es heterogéneo entre países y al interior de los mismos. Existen países que tienen una esperanza de vida al nacer de 85 años, mientras otros tienen 45. Una diferencia enorme.

Para que la expectativa de vida al nacer no sea tan desigual se deben reducir las desigualdades sociales en nuestra sociedad. Una investigación realizada en el marco de SALURBAL, y publicada recientemente en The Lancet, mapea las grandes diferencias en la expectativa de vida entre seis grandes ciudades de América Latina y también al interior de estas ciudades. La situación del AMBA está incluida en la investigación. Y resultados semejantes fueron encontrados al analizar la mortalidad infantil en 286 grandes ciudades latinoamericanas. Destacamos que la salud de una población está relacionada con múltiples factores y no solo con el aspecto “bio-médico”, como lo ha mostrado francamente la pandemia de COVID-19.

- ¿Sería beneficioso que exista formación educativa sobre los cuidados personales básicos referentes a la salud, como hábitos saludables de higiene, alimentación o actividad física?

- A. T.: Es muy importante comunicar adecuadamente a la población los cuidados a tener en cuenta para su salud.

La comunicación debe estar dirigida con el leguaje apropiado focalizando en los diferentes grupos que conforman la población. Y también ser transparentes sobre lo que se conoce científicamente y sobre lo que no se conoce. No se trata solamente de comunicar adecuadamente el conocimiento científico, porque los problemas de salud son problemáticas complejas dónde intervienen diferentes dimensiones y actores sociales.

Los problemas relacionados al consumo de bebidas azucaradas, así como de alimentos ultra procesados, se conocen científicamente y no es suficiente solo con comunicar a la población. Sino que se debe tener en cuenta a los actores sociales involucrados y sus intereses.

Un ejemplo es el proceso que culminó con las actuales restricciones al consumo de tabaco en espacios públicos. Con la pandemia de COVID-19 observamos una disminución de los niveles de contaminación del aire, o de la circulación vehicular. Esto nos muestra que acciones del ser humano, aún sin proponérselo, podrían reducir problemas de salud derivados de la contaminación del aire o de los accidentes de tránsito.

- ¿Cuál es el rol editorial del Instituto de Salud Colectiva? ¿Cuál fue la respuesta del público?

La revista “Salud Colectiva” es un emprendimiento editorial del ISCo y ya lleva 15 años. Es una revista de acceso abierto, con revisión por pares y de edición bilingüe (español e inglés). Tiene indicadores bibliométricos que la sitúa a nivel internacional y entre las revistas de calidad en América Latina. Está indexada en Scopus, Pubmed, Scielo y DOAJ, entre otros.

Además, editamos una colección de libros electrónicos de acceso abierto y una videoteca con testimonios de referentes de la salud colectiva en América Latina.

La respuesta del público (científico o no) es altamente satisfactoria, también de diferentes instituciones que tienen nuestras publicaciones como bibliografía obligatoria en carreras de grado y posgrado.

Conclusiones sobre la pandemia

- ¿Puede ser que, de asentarse el teletrabajo, eventualmente haya una desconcentración de la población de las ciudades?

- A. T.: La tendencia al aumento de la población urbana es de larga data y se debe a múltiples factores. A nivel mundial se estima un gran aumento de la población urbana en los próximos años. En Argentina actualmente en torno al 90,0 por ciento de la población vive en ciudades. La pandemia de COVID-19, debido a la necesidad de implantar el distanciamiento físico, estimuló el teletrabajo en actividades laborales específicas, al tiempo que profundizó la discusión en torno a la precarización de las condiciones de trabajo que podrían acompañarlo. Debemos tener en cuenta que el teletrabajo corresponde a solo una parte de la población que en general cuenta con mejores condiciones de vida.

- ¿Qué efecto puede tener esto sobre la salud de la población?

- M. A.: Los problemas de salud de las poblaciones están determinados por sus condiciones de vida y por sus condiciones de trabajo, esta es una de las líneas de investigación del ISCo. En nuestros países el principal problema, para los grandes conjuntos poblacionales, son: el trabajo poco calificado, el trabajo no formal y la falta de trabajo. Es a lo que se debe prestar especial atención cuándo se definen políticas para reducir desigualdades e incrementar el nivel de salud de la población.

- ¿Las nuevas aperturas en Argentina pueden derivar hacia un rebrote?

- M. A.: En relación a la pandemia de COVID-19 se sabe que el distanciamiento físico disminuye la probabilidad de contagio. Se describió en varios países que al retomar actividades sociales que implicaban un menor distanciamiento social se ha observado un rebrote de los casos de COVID-19. En Argentina debemos seguir de forma dinámica las medidas necesarias de mayor apertura social a fin de evitar o minimizar rebrotes. La pandemia es un hecho social y se debe tener en cuenta múltiples aspectos de la vida social para proteger a la población de riesgos innecesarios. No solo la dimensión infectológica, como a veces pareciera prevalecer.